Ya les he contado algunas cosas sobre
mi padre, ahora quiero profundizar en una de sus grandes pasiones que fue una gran influencia en mi existir y que ademas marco el camino de cierta etapa de mi vida: la tauromaquía.
Antes de comenzar, quiero aclarar que este post esta escrito
en un tono neutral,
sin la menor intencion de inclinarme a favor o en contra de las corridas de toros; es solo un intento por plasmar mis memorias y expresar sentimientos que conoci intensamente con una actividad que por azares del destino fue la fiesta de los toros.
Veo toros desde que tengo memoria, parte muy importante de mis recuerdos se concentran en plazas de toros, ruedos, ferias taurinas, festivales y ganaderias. Mi papa inicialmente iba solo, al principio cuando yo tendria no mas de 10 años, procurando evitar que la violencia de la fiesta pudiera influir negativamente en su familia. Un sabado le dije a mi madre que queria acompañar a mi papa a los toros; ella se lo dijo y al siguiente domingo fuimos en familia a la Plaza Mexico dando inicio a una aventura que continuo, casi canónicamente, cada domingo durante al menos una década.
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El "
mal de montera" se alojó en mi corazon convirtiendose, tambien, en una de mis pasiones. Las largas y sabrosas conversaciones con mi padre giraban en torno del toro y los grandes maestros contemporaneos y de antaño. Me apasionaba casi tanto como a él hasta que un dia le dije que quería torear, quiza tenia yo 15 o 16 años de edad. Mi papa, con todo su saber, paciencia y experiencia pero conteniendo su pasión taurina me dijo: "
seria formidable, pero tambien muy difícil y debes seguir en la escuela y si quieres torear, que sean solo reses de no mas de 300kgs." Asi comprendi que habia sido una sutil negativa que asimile sin ningun problema y continue disfrutando de la pasion familiar.
Llego 1992 y mi padre murio. A los dos dias fuimos a los toros y su asiento vacio junto con una faena apoteósica de "El niño de la Capea" me llevaron a tomar la decision:
Yo seria Torero.
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No sabia como iniciar, lo obvio fue presentarme al siguiente lunes en las instalaciones de la Plaza Mexico. Al llegar observe a algunos jovenes, todos con mezclilla y camisas blancas, algunos con boinas y botas, otros cargando grandes bultos y las espadas envainadas, otros mas alla, cargaban inofensivas cornamentas, al menos de lejos asi se veia. Me acerque a ellos y pregunte "el santo y seña" me dieron indicaciones y me presentaron a los maestros de la escuela taurina de la Plaza Mexico llamada "Ponciano Diaz". Despues de entrevistarme con ellos, otrora grandes figuras del toreo de México, fui aceptado.
Era en el ruedo de la plaza, todos los dias de 8:00 a 14:00. La escuela habia quedado atras, tuve que ocultar mi decision a mi familia porque de antemano sabia su respuesta que me resultaba mas que obvia. Ademas mi desempeño escolar, en ese momento, no era el mejor, ni siquiera llegaba a ser estudiante promedio; por lo que no
me costo ningun trabajo integrarme, secretamente, a mi nueva escuela.
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Educacion fisica e historia taurina eran parte de la rutina, pero la mayor parte del tiempo se consumina rapidamente con el llamado "toreo de salon". Capotes, muletas y banderillas llenaban el ruedo donde estabamos todos los aspirantes. La inmensa plaza fria tenia una calidez generada por una sui generis camaraderia que se generaba con cada trapazo, con cada muletazo en el que quedaban fusionados el torero de salon y el toro de salon que no era mas que otro aspirante que, blandiendo los cuernos, simulaba el pasar incansable del toro.
Los meses pasaban y las indicaciones de los maestros se volvian cada vez mas severas, lo mismo las colegiaturas, bueno eso decian mis compañeros porque a mi no me cobraban. Una mañana mi maestro me dijo: "tu vas a torear pronto" y sin mas me escogio para el primer festival que no seria otra cosa que un entrenamineto practico, ahi, en el mismisimo ruedo de la plaza mexico, la mas grande del mundo.
Fue en lunes, fuimos 6 los escogidos para ser titulares, los demas solo serian "subalternos". Fui el cuarto, los 3 primeros fueron buenos, con mucho valor y decision lograron sacarle jugo a su "presentacion". Llego mi turno, los timbales sonaban en una grabadora que apenas se escuchaba a lo lejos desde algun lugar del graderio. Abrieron la puerta de toriles y desde el fondo salio un becerrito de color negro, cuyos incipientes cuernitos no pasaban de 10 centimetros.
50 o 60 kilos de res era mi primer reto "oficial"; en mezclilla y botas camperas, con playera blanca y con capote en mano me acerque al animalillo; le di algunos lances, quiza veronicas y chicuelinas, despues puse banderillas por ambos lados; poco despues comence la faena de muleta; me di gusto, era un becerrito que permitia casi el mismo toreo de salon que ensayabamos rutinariamente y finalmente lo mate bien (simulando matarlo con un moño, porque no se mato a ningun animal en esa ocasion) Después de ese dia, la semana concluyo sin novedades mas que los comentarios de los "subalternos" que como publico espectador nos premiaban con orejas y rabos simbolicos.
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Un mes despues se preparaba el primer festejo con publico y de los 6 que toreamos, solo fuimos escogidos 3. Se llevo a cabo en un cortijo al norte de la ciudad. Fue mi primera vez con traje de luces, con publico, serian 2 novillos para cada quien, mi primer novillada donde habria sangre y muerte por primera vez. Donde también
por primera vez senti miedo... mucho miedo.
No recuerdo mi segundo novillo pero el primero nunca lo olvidare, se llamaba "pepino" peso 195 kilos, negro con una mancha de pelo blanco en la frente, con los cuernos de acuerdo a la edad del novillo, pero eran cuernos de verdad en puntas y peligrosos. Salio corriendo y bufando, se detuvo a la mitad del ruedo, levanto la cabeza y lo vi ahi, en ese momento de alguna forma controle el miedo que me dominaba, tome el capote y comence algo que concluiria hasta 3 años despues.
El ultimo sabado, el telefono sono muy temprano en mi casa, mi madre contesto y al pasarme el telefono dijo: "ahorita que termines tenemos que hablar". La persona al telefono cometio la indiscresion de pedir por "el matador Juan Valenzuela". Asi tuve que confesar todo en casa.
Fue la unica vez que discuti con mi madre. Todo estaba por terminar, solo le pedi una ultima oportunidad y me la dio, la invite pero no fue.
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El ultimo toro que mate fue en la monumental plaza de toros de Pachuca, en el estado de Hidalgo, habia aproximadamente 8 mil personas. Fue un toro de la ganaderia de Carranco llamado "abusado" que peso 498 kilos, era de tono berrendo en castaño (como con pinta de vaca pero en tono cafe), lo mate bien, le corte 2 orejas y me sacaron en hombros.
Esa ultima semana fue de despedidas en la plaza mexico, mi maestro lo lamento mucho. Me despedi de amigos, casi llegue a considerarlos como mis hermanos con quienes pase momentos de tristeza, felicidad y tambien muchos angustiantes y a veces sangrientos y desesperados momentos. A todos ellos tambien les conte detalladamente la verdad.
El Mal de Montera fue disminuyendo pero la pasion taurina aun corre mis venas y se enciende cada vez que escucho un "olé" transportandome a ese pasado espectacular que alguna vez vivi, donde verdaderamente conoci dos de mis mas profundos sentimientos como lo son
la pasion y el miedo y que ahora les comparto con estas lineas.