jueves, febrero 28, 2008
En Fondo y Forma
Al Mundo Lo Siento En FONDO..
...y Lo Expreso En FORMA.
Me gustaría ver el mundo a través de tus ojos... y me gustaría que, por solo un instante, tu lo vieras a través de los míos.
martes, febrero 26, 2008
¿Arquitectos de nuestro propio destino?
En muchos sentidos, lo que ocurre y ocurrirá alrededor de nuestras vidas depende de nuestra voluntad y de nuestra disposición para perseverar. Es el impulso de cada individuo, la persistencia firme de la voluntad y una fortaleza constante del carácter lo que compone el factor dinámico y fundamental del triunfo, del éxito.
Pero no siempre tenemos éxito, necesitamos con frecuencia ajustar nuestros sueños, aprender de nuestros errores y adaptarnos a las circunstancias que se nos van presentando. La inteligencia humana y el valor necesitan unirse, fundirse por medio de nuestra resistencia creativa e imaginativa. El impulso hacia el triunfo nos puede motivar fuertemente, pero aparte de la capacidad, la sagacidad, la destreza y el entrenamiento, el verdadero éxito requiere enn grandes cantidades de paciencia y determinación, tenacidad y persistencia. En cierto sentido el que logremos nuestros fines es una función de si hemos descubierto nuestros poderes, nuestras capacidades.
¿Por qué algunas personas tienen confianza en sus poderes mientras que otras no? Es una pregunta muy compleja aunque muy fácil de responder. La búsqueda de una vida completa depende de la cantidad y calidad de la audacia e involucra la convicción de que si intentamos algo, podremos hacerlo.
Los antiguos filósofos griegos decían que "no sabemos lo que podemos hacer hasta que lo intentamos". Pero, ¿por qué algunos hombres carecen de la capacidad para intentar, mientras que otros están dispuestos a tomar riesgos y a aventurarse? Algunos han aprendido la lección indiscutible que "el que no arriesga, no gana".
Pero muchos otros nunca se aventuran y prefieren la seguridad, gozan de su círculo de confort. Muchos están abrumados por la indecisión y son incapaces e indispuestos para decidir oportunamente, ellos permiten que los eventos se les escurran como agua entre los dedos, impotentes para actuar o conquistar. En ese proceso, se vuelven meros espectadores que se debilitan cada vez má por la incertidumbre y la indecisión y son abrumados por la precaución y el estremecimiento.
El temor es una fuente de debilidad humana y mientras uno tenga miedo de actuar, de llevar a cabo algo nuevo, no se puede pensar en la verdadera autonomía, en la Libertad real. Hay un proverbio chino que dice "el que se muestra renuente, pierde". Pero muchos no solamente vacilan, sino que nunca actúan y son ellos los carecen del ingrediente esencial que se requiere en dosis inmensas para cualquier logro que resulte personalmente sensacional: autorrespeto. Si creemos internamente que fracasaremos en lo que vamos a hacer, o si tenemos miedo de actuar, el resultado con frecuencia es degradante para nosotros mismos.
Obviamente hay límites a lo que podemos hacer y los que se rehusan a reconocer límites son negligentes y finalmente estúpidos; pueden estar desordenadamente hambrientos de poder y/o ser completamente imprácticos. La presunta omnipotencia egoísta y la ambición arrogante están tan fuera del mundo ya que la naturaleza humana nos dicta que, si vamos de tener éxito en lo que nos proponemos, tenemos que hacer una valoración realista de lo que es objetivamente posible. Si nuestros sueños no se apoyan en un análisis intelectual del mundo real, se pueden arruinar. El simple hecho de querer algo y empeñarnos en conseguirlo, nunca es suficiente; necesitamos inteligencia para valorar objetivamente las circunstancias en las que actuamos y por lo tanto en la posibilidades como en los límites; sin embargo se se puede ser afortunado pero no por ello se debe jugar constantemente con la vida por lo que sugiero que nuestros riesgos deben sean bien calculados. Nunca debemos de tomarlos sin la presuposición del éxito.
Como decía Aristóteles: "el valor debe de armonizarse con la inteligencia", uno puede ser el arquitecto de su propio destino, pero no debe de ser uno tan infantil como para lograrlo sin preparación. El valor sin cálculo es estupidez. Aprendamos de las mismas experiencias ajenas como si nuestros planes y proyectos no tuvieran posibilidades de éxito, porque es más sabio (y lógico) no actuar si en casos similares no ha dado resultados; aquello de que "no se vive en cabeza ajena" es una falacia total. La deliberación es el proceso fundamental para convertirnos en arquitectos de nuestro destino, las elecciones y decisones que son hechas como producto de un proceso de investigación reflexiva, e incluso retrospectiva, tienden a ser más efectivas. Estas elecciones están basadas en una consideración de los hechos, de las posibilidades, de las limitaciones, de los medios a nuestra disposición, de las alternativas que están disponibles y que podemos crear y de una valoración de las posibles consecuencias de los varios posibles escenarios de acción. Pero es necesario recordar que uno no vive solamente para actuar, sino para apreciar los gozos de la experiencia.
Al tratar de modelar nuestro destino, uno siempre debe de luchar por el éxito, pero si se fracasa-bien, la respuesta adecuada es darnos espacio y ser amables con nosotros mismos y decirnos que la próxima vez nos irá mejor porque para ser capaces de tolerar las adversidades, sobrevivir psicológicamente a pesar de los fracasos es la mejor medida preventiva. Para lograr un buen grado de aceptación, debe uno verse a sí mismo en perspectiva, como si fuéramos un espectador, reírnos de nuestros propios errores y ser capaces de perdonarlos y enmendarlos. Alguna sabiduría filosófica siempre es un antídoto necesario para enfrentar las vicisitudes de la existencia. Debemos ser nuestros propios arquitectos para forjar nuestro destino con base en reconocer y enmendar nuestros fracasos, así, solo así el camino del éxito sera verdaderamente nuestro porque:
Cuando hay talento la suerte no existe.
martes, febrero 19, 2008
Luna
Te conozco tan bien que puedo considerte como mía, aunque no lo seas, aunque seas libre de brillar y de esconderte cada vez que quieras, dejándome con una deliciosa incógnita todas las noches. Me despido de tí al amanecer y espero deseoso que acaben los días para poder preguntarte cosas al siguiente anochecer.
Las respuestas llegan pero son tan diferentes por tu constante cambiar, ese periodo de 28 días, que también conozco a la perfección, a veces me hace esperar a hacer las preguntas en los días adecuados. Sé bien cuando me responderás con la oscuridad presente cuando eres Luna Nueva. Se bien cuando me responderás con el hermoso brillo que tienes en Luna Llena. Pero siempre eres tú, no me importa si brillas o no, siempre eres tú.
Y te amo en cualquier etapa, en cuarto creciente o en cuarto menguante, cuando no estas en mi firmamento, cuando brillas para mi y cuando brillas para todos, pero te amo igual porque siempre eres tú.
Simplemente te amo porque siempre eres tú.
lunes, febrero 11, 2008
El mal de montera
Antes de comenzar, quiero aclarar que este post esta escrito en un tono neutral, sin la menor intencion de inclinarme a favor o en contra de las corridas de toros; es solo un intento por plasmar mis memorias y expresar sentimientos que conoci intensamente con una actividad que por azares del destino fue la fiesta de los toros.
Veo toros desde que tengo memoria, parte muy importante de mis recuerdos se concentran en plazas de toros, ruedos, ferias taurinas, festivales y ganaderias. Mi papa inicialmente iba solo, al principio cuando yo tendria no mas de 10 años, procurando evitar que la violencia de la fiesta pudiera influir negativamente en su familia. Un sabado le dije a mi madre que queria acompañar a mi papa a los toros; ella se lo dijo y al siguiente domingo fuimos en familia a la Plaza Mexico dando inicio a una aventura que continuo, casi canónicamente, cada domingo durante al menos una década.
El "mal de montera" se alojó en mi corazon convirtiendose, tambien, en una de mis pasiones. Las largas y sabrosas conversaciones con mi padre giraban en torno del toro y los grandes maestros contemporaneos y de antaño. Me apasionaba casi tanto como a él hasta que un dia le dije que quería torear, quiza tenia yo 15 o 16 años de edad. Mi papa, con todo su saber, paciencia y experiencia pero conteniendo su pasión taurina me dijo: "seria formidable, pero tambien muy difícil y debes seguir en la escuela y si quieres torear, que sean solo reses de no mas de 300kgs." Asi comprendi que habia sido una sutil negativa que asimile sin ningun problema y continue disfrutando de la pasion familiar.
Llego 1992 y mi padre murio. A los dos dias fuimos a los toros y su asiento vacio junto con una faena apoteósica de "El niño de la Capea" me llevaron a tomar la decision: Yo seria Torero.
No sabia como iniciar, lo obvio fue presentarme al siguiente lunes en las instalaciones de la Plaza Mexico. Al llegar observe a algunos jovenes, todos con mezclilla y camisas blancas, algunos con boinas y botas, otros cargando grandes bultos y las espadas envainadas, otros mas alla, cargaban inofensivas cornamentas, al menos de lejos asi se veia. Me acerque a ellos y pregunte "el santo y seña" me dieron indicaciones y me presentaron a los maestros de la escuela taurina de la Plaza Mexico llamada "Ponciano Diaz". Despues de entrevistarme con ellos, otrora grandes figuras del toreo de México, fui aceptado.
Era en el ruedo de la plaza, todos los dias de 8:00 a 14:00. La escuela habia quedado atras, tuve que ocultar mi decision a mi familia porque de antemano sabia su respuesta que me resultaba mas que obvia. Ademas mi desempeño escolar, en ese momento, no era el mejor, ni siquiera llegaba a ser estudiante promedio; por lo que no me costo ningun trabajo integrarme, secretamente, a mi nueva escuela.
Educacion fisica e historia taurina eran parte de la rutina, pero la mayor parte del tiempo se consumina rapidamente con el llamado "toreo de salon". Capotes, muletas y banderillas llenaban el ruedo donde estabamos todos los aspirantes. La inmensa plaza fria tenia una calidez generada por una sui generis camaraderia que se generaba con cada trapazo, con cada muletazo en el que quedaban fusionados el torero de salon y el toro de salon que no era mas que otro aspirante que, blandiendo los cuernos, simulaba el pasar incansable del toro.
Los meses pasaban y las indicaciones de los maestros se volvian cada vez mas severas, lo mismo las colegiaturas, bueno eso decian mis compañeros porque a mi no me cobraban. Una mañana mi maestro me dijo: "tu vas a torear pronto" y sin mas me escogio para el primer festival que no seria otra cosa que un entrenamineto practico, ahi, en el mismisimo ruedo de la plaza mexico, la mas grande del mundo.
Fue en lunes, fuimos 6 los escogidos para ser titulares, los demas solo serian "subalternos". Fui el cuarto, los 3 primeros fueron buenos, con mucho valor y decision lograron sacarle jugo a su "presentacion". Llego mi turno, los timbales sonaban en una grabadora que apenas se escuchaba a lo lejos desde algun lugar del graderio. Abrieron la puerta de toriles y desde el fondo salio un becerrito de color negro, cuyos incipientes cuernitos no pasaban de 10 centimetros.
50 o 60 kilos de res era mi primer reto "oficial"; en mezclilla y botas camperas, con playera blanca y con capote en mano me acerque al animalillo; le di algunos lances, quiza veronicas y chicuelinas, despues puse banderillas por ambos lados; poco despues comence la faena de muleta; me di gusto, era un becerrito que permitia casi el mismo toreo de salon que ensayabamos rutinariamente y finalmente lo mate bien (simulando matarlo con un moño, porque no se mato a ningun animal en esa ocasion) Después de ese dia, la semana concluyo sin novedades mas que los comentarios de los "subalternos" que como publico espectador nos premiaban con orejas y rabos simbolicos.
Un mes despues se preparaba el primer festejo con publico y de los 6 que toreamos, solo fuimos escogidos 3. Se llevo a cabo en un cortijo al norte de la ciudad. Fue mi primera vez con traje de luces, con publico, serian 2 novillos para cada quien, mi primer novillada donde habria sangre y muerte por primera vez. Donde también por primera vez senti miedo... mucho miedo.
No recuerdo mi segundo novillo pero el primero nunca lo olvidare, se llamaba "pepino" peso 195 kilos, negro con una mancha de pelo blanco en la frente, con los cuernos de acuerdo a la edad del novillo, pero eran cuernos de verdad en puntas y peligrosos. Salio corriendo y bufando, se detuvo a la mitad del ruedo, levanto la cabeza y lo vi ahi, en ese momento de alguna forma controle el miedo que me dominaba, tome el capote y comence algo que concluiria hasta 3 años despues.
El ultimo sabado, el telefono sono muy temprano en mi casa, mi madre contesto y al pasarme el telefono dijo: "ahorita que termines tenemos que hablar". La persona al telefono cometio la indiscresion de pedir por "el matador Juan Valenzuela". Asi tuve que confesar todo en casa. Fue la unica vez que discuti con mi madre. Todo estaba por terminar, solo le pedi una ultima oportunidad y me la dio, la invite pero no fue.
El ultimo toro que mate fue en la monumental plaza de toros de Pachuca, en el estado de Hidalgo, habia aproximadamente 8 mil personas. Fue un toro de la ganaderia de Carranco llamado "abusado" que peso 498 kilos, era de tono berrendo en castaño (como con pinta de vaca pero en tono cafe), lo mate bien, le corte 2 orejas y me sacaron en hombros.
Esa ultima semana fue de despedidas en la plaza mexico, mi maestro lo lamento mucho. Me despedi de amigos, casi llegue a considerarlos como mis hermanos con quienes pase momentos de tristeza, felicidad y tambien muchos angustiantes y a veces sangrientos y desesperados momentos. A todos ellos tambien les conte detalladamente la verdad.
El Mal de Montera fue disminuyendo pero la pasion taurina aun corre mis venas y se enciende cada vez que escucho un "olé" transportandome a ese pasado espectacular que alguna vez vivi, donde verdaderamente conoci dos de mis mas profundos sentimientos como lo son la pasion y el miedo y que ahora les comparto con estas lineas.