Pero es a ellas dos a quienes les dedico todos estos 35 otoños y los que vengan por delante.
sábado, septiembre 27, 2008
Hace tiempo
Pero es a ellas dos a quienes les dedico todos estos 35 otoños y los que vengan por delante.
martes, septiembre 23, 2008
Fuga
Al llegar, en las afueras de la la sucursal, veo una larga fila de personas -más madrugadoras que yo- en espera de la apertura de la única ventanilla de cobro; afortunadamente esa fila no era la mía. En el interior hay una cuasi sala de espera con una pantalla electrónica numérica que avisa con un bip la ficha en turno. Los leds rojos de la pantalla muestran un 08 y mi turno es el 21. Localizo rápidamente un lugar con low profile en la slita de espera, me siento en él, me acomodo y me dispongo a esperar los 13 bips faltantes.
Al inició me horrorizé y un instante después, con dos inspiraciones profundas, recobré la calma y ya con frialdad mental comencé a preprararme -prejuiciosamente- para lo que podría esperarme una vez que el bip 21 sonara. Por si no lo notaron, aquí se los pongo nuevamente:
Finalmente llegó mi oportunidad para expresar larga y claramente el discurso que había preparado desde que llegó el recibo de luz a mi casa. Me atendió una señora común y corriente que únicamente destacaba de entre las muchas que estaban en la sucursal por estar más peinada que las demás y por el gafete con su nombre y el logotipo de la compañía de Luz y Fuerza.
Al preguntarle como era posible que el monto de pago se quintuplicara me explicó que en los tabuladores de X consumo es igual a X pago y un consumo superior significa Y consumo que se traduce en el siguiente cuadro del tabulador y corresponde a Y pago que es muy superior al X; es decir es mas caro para el que consume mas.
Eso me parece muy justo si tomamos en cuenta que los dueños de una mansión con 30 focos tienen mayor ingreso económico que aquellos que viven en una modesta vivienda con un par de focos. Sin embargo, mi problema no era el absurdo cobro quintuplicado, sino la razon de ello: el consumo duplicado.
Le expliqué a la dama que para que pudiera duplicarse mi consumo debería tener todos mis aparatos electrónicos encendidos el doble de tiempo y los dias solo tienen 24 horas y no 48. O bien haber comprado el doble de televisiones, de DVD's, de lámparas, de computadoras, de planchas, de refrigeradores y de hornos de microondas y entonces tendría una mansión para meter todo eso.
Ella me explicó robóticamente el procedimiento para estos casos: se agenda la visita -en 2-4 días hábiles- de un supervisor para que corrobore la lectura del medidor y verificar que coincida correctamente con lo indicado en el recibo. Esto porque, según sus propias palabras, ya no confían en "los compañeros" de las camionetas que hacen las lecturas bimestralmente. Le dije a la señora que le ahorraba el tiempo, dinero y esfuerzo a la compañía y yo mismo les daba la lectura que había tomado de mi medidor justo antes de ir a la sucursal.
Con los ojos desorbitados detrás de sus espejuelos reparados con plastiloka pintada con marcador indeleble negro me respondió que tenía que ser alguien calificado de la compañía para hacer dicha lectura. Eso realmente me hizo enojar, pero por fuera conserve la calma. ¿Que capacitación se requerirá para leer una cantidad de 4 cifras? lastimosamente no lo sé, pero si sé de las prestaciones que el sindicato de electrisistas ha logrado para sus agremiados que -supuestamente- si pueden leer "calificadamente" un número de 4 cifras!!!
Le pedí que llamara a su jefe, el gerente de la sucursal, para poder entablar diálogo con él en lugar del asburdo monólogo robótico que estaba teniendo con la empleada del mostrador. Y llegó el Nazi.
Le expliqué detalladamente la cuestión, en incluso propositivamente remarcamos conjuntamente errores redundantes e inútiles del proceso que pueden abreviase para mejorar el servicio pero el diálogo se volvió, de su parte, en una tiránica dictadura de opresión inflexible cuyo objetivo es el hacer sucumbir al cliente por las buenas (tradúzcase como el diálogo cohercitivo) o por las malas (dígase el corte del servicio) llegando incluso a mencionarme de manera cínica el paso a paso de una demanda ante la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO). Y para cerrar con broche de oro, concluyó diciéndome que lo más probable es que el problema lo tenga yo con la instalación eléctrica del interior de mi casa -una fuga- y no ellos "porque conservamos un programa de mantenimiento constante a nuestras propiedades como lo son los mismos medidores y aun asi de todas maneras tiene que pagar antes del corte"... literalmente.
Nada más podía yo hacer. Sin decir nada más que el típico cliche en voz alta de "por eso estamos como estamos" me retiré en fuga de la sucursal.
Pero que podía esperar de un "gerente" que tiene en su escritorio el Aguila Imperial, símbolo del Tercer Imperio Alemán -El 3er. Reich- comandado por Hitler en la Segunda Guerra Mundial,
(Adolf Hitler durante la convención Nazi en Nuremberg , 1935)
y además la Cruz de la Luftwaffe, la fuerza aérea alemana.(Avión alemán de la 2da.G.M Messerschmitt Me-109 D-MYME, en vuelo de exhibición)
Nuevamente la podredumbre que impera en esta nación triunfó. Así que ahora sí definitivamente:
busco un país desarrollado que me de asilo
(por llamar de una manera elegante a la desastroza fuga de cerebros a la que estoy a punto de unirme porque ya me estoy cansando de intentar engrasar el engranaje de este país sin lograrlo)
PD: (por uno los comentarios en este post debo añadir lo siguiente: Esta persona no era ni ario, ni güero de rancho, ni nada de eso, era un dignísimo representante de la raza de bronce a la que pertenecemos la inmensa mayoría de los mexicanos)
martes, septiembre 16, 2008
Boicot
Hoy hago un llamado al Boicot.
-únanse, divúlguenlo-
PD: Se solicita ONG y/o A.C. que respalde/apoye mi propuesta de boicot.
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domingo, septiembre 07, 2008
1 AÑO
lunes, septiembre 01, 2008
Palabras (parte 2 de 2)
Vistiendo mi traje completo de neopreno color negro con verde fosforescente, con un cuchillo “de buzo” atado en mi pantorrilla derecha, una computadora en mi muñeca izquierda, aletas, visor panorámico, chaleco flotador y con el pesado tanque ya cargado en mi espalda me disponía a hacer mi entrada para un nuevo buceo en aquellas aguas que yo ya conocía como la palma de mi mano. Después de más de un millar de inmersiones en el Golfo de México nada parecía diferente, todo estaba acomodado en su complejo lugar, pero este buceo sería diferente a todos los demás: por primera vez en la vida, llevaría puestos mis lentes de contacto.
Un minuto después de meter la cabeza en el agua y serenarme un poco, comencé el buceo. Por primera ocasión en mi existencia veía –literalmente- en su máximo esplendor las maravillas submarinas, la frase “hasta donde tu vista llegue” cobró sentido para mi. Descubrí un nuevo mundo tan distinto al anterior como lo liso y lo áspero. Finalmente no solo veía el color de los peces como un todo en su cuerpo, sino que alcanzaba a ver el color de las escamas, ¡caray les veía las escamas!.El destino me tenía preparada una sorpresa para esa especifica inmersión.
Más buceos vinieron en ese fin de semana y en cada uno detallaba visualmente los que yo burdamente ya había visto sin lentes de contacto. Esas visiones de enormes cardúmenes de tiburones martillo, tortugas carey, una mantarraya y en general la abrumadora variedad de colores y texturas del fondo coralino del estado de Veracruz hicieron de aquellas inmersiones unas experiencias inolvidable Fue tan impactante reencontrarme con el mundo subacuático que decidí reiniciar desde cero mi bitácora de inmersiones después de aquel primer buceo con “ojos nuevos”.
Una vez más al regresar a casa intenté contarle estas experiencias a la gente que me rodeaba y los resultados fueron similares a los de la vez anterior, no había interés más allá que el escuchar el relato de un conocido que buceó. Pero el problema otra vez no eran ellos y no porque no entendieran o no se interesaran realmente por lo que les contaba, sino que era yo porque no supe contarles bien, no pude hacerles sentir la emoción que había experimentado y me sentí muy mal por no poder transmitir y hacer extensivos mis sentimientos y emociones.
Fue entonces que decidí buscar las palabras exactas para hacer latir el corazón de los demás tanto como latía el mío. Ese día decidí nunca dejar de aprender. Debía estar en constante aprendizaje para que, llegado el momento, pudiera tener las palabras exactas en el momento justo de expresar cualquier cosa desde el corazón, las vísceras o la razón.
El paso del tiempo -y las circunstancias de la vida- me darían la oportunidad finalmente de enfocar mi deseo: Sería Comunicólogo.