miércoles, septiembre 02, 2009

Fifty - Fifty (cuento corto)

Cuando supe de mí me descubrí tendido boca arriba, mirando el cielo inmensamente azul, sin nubes, me hubiera gustado ver nubes de esas que parecen bolas de algodón, eso me hubiera reconfortado un poco con las evocaciones familiares felices que me traen las nubes blancas. No se si las incipientes quemaduras de sol o la tierra y arenisca en mi espalda fueron lo que me hicieron despertar, pero la relidad es que algo en mi empezaba a molestar bastante, quizá era alguna especie de sentimiento de culpabilidad o de remordimiento.

El primer intento por ponerme de pie fue infructuoso al darme cuenta de lo entumecido de las articulaciones de mi espalda que me provocaron un instintivo cambio de posición. Me coloqué de costado y pude observar que, de todo el espacio en el bello jardín incluyendo los camastros junto a la alberca, tuve que acostarme exactamente en el arenal, ¿o fue que me caí? no lo recuerdo. Fue en ese momento de cambio de posición cuando en flashback llegó una vorágine de imágenes de lo sucedido días y horas antes. Las luces multicolor del antro donde bailabamos aún daba vueltas en mi cabeza; esas vueltas aún me mareaban, aunque en realidad no sabía determinar si lo que me provocaba mareos era la resaca de todo lo que consumí; una imagen de la cara de mi esposa con el ceño fruncido esfumó el flashback.

Finalmente después de un par de minutos por fin pude sentarme, ¿donde esta mi camisa? me preguntaba mientras intentaba infructuosamente sacudirme la espalda. Recorrí el jardín con la mirada tratando de encontrar mi camisa. ¡Ahí está!, alcancé a ver esas rayas azules en un costado del sofá atrás del ventanal de entrada a la casa. Al levantarme me doy cuenta que traigo puestos unos calzones de mujer. ¡Caramba! ¿pues que pasó anoche?, cruzo el jardín caminando lentamente y a la derecha observo a una pareja en ropa interior besándose apasionadamente sin percatarse de mi caminar pero creo que él es mi mejor amigo. Casi en la entrada hay una banca mecedora y sentada ahí está dormida una guapísima chica en jeans ajustados y brassier. Manchando su mentón y sobre su pecho y abdomen están los restos casi secos de vómito que han generado a su alrededor una esfera de repulsivo olor agrio.

Entro a la sala y descubró en el sillón que mi camisa es la única prenda que viste una chica de tez morena y cabello endemoniadamente ensortijado; instantáneamente otro flashback me informa que la conocí ayer, me habían encantado sus bien torneadas e interminables piernas morenas además de sus redondos pechos encasquetados en un vestido entallado de color naranja, parecido al que mi esposa usaba cuando aún complacía mis fetichismos. Alcanzo a ver mi calzón que esta casi debajo de ella, supongo que estos que traigo puestos son de ella. Intento jalar los mios cuidadosamente, pero con este dolor de cabeza mi sutileza no fue suficiente y la desperté. Ella, al mirarme con sus ojos verdes, me da una sonrisa y me dice -lovely underwear-. May i have mine? le pregunto y moviéndose un poco me da mi calzón. Al intentar devolverle los que yo traía puestos me informa con señas que no es de ella y con mi camisa aún puesta señala hacia el otro rincón de la sala a otra chica desnuda que también comienza a despertar.

Me acerco a ella y sonriente extiende su mano esperando su sexy calzón de encaje que le entrego sin dudar. Se levanta para ponérselo y me doy cuenta que esta sentada sobre mi pantalón que reconozco de inmediato, me acerco, ella me abraza del cuello me dice algo en algún idioma que no logro entender. Otro recuerdo llega fuzagmente a mi mente y la visualizo recostada en la cama, que cabalmente reconozco, observándome con mirada burlona, parado en el portal del baño con un condón sin abrir en la mano. Con sus brazos aún sobre mi cuello intenta besarme, no me resisto, pero su aliento me recuerda el olor de la entrada de la sala y me retiro instintivamente, ella se pone el calzon y vuelve al sillón a continuar su sueño.

Me calzo los pantalones y la morena se quita mi camisa dejándome ver aquello que horas antes me había cautivado la mirada, se aleja rumbo a las escaleras contoneándose sabedora de que mis pupilas estan clavadas en sus curvas; voltea, descubre mi mirada, me regala una sonrisa más y agrega -maybe in the next time baby- y desaparece subiendo la curva de las escaleras justo donde está cogada la fotografía de mi boda.

Finalmente estoy vestido y me dispongo a buscar la salida y de pronto me doy cuenta que estoy en mi casa. ¡Rayos! ¿que ha pasado?. En la alfombra hay grandes cantidades de botellas de cerveza, la mesa de centro tiene varias botellas completamente consumidas y en la boca de una de ellas hay una vela que ha escurrido ya casi toda su cera y esta a punto de apagarse; el cenicero, regalo del hotel donde pasé mi luna de miel, esta rebosante de cenizas y colillas, además descubro un carrujo de verde a medio consumir. Un nuevo flashback me muestra comprando grandes cantidades de botellas de diversos licores a un distribuidor conocido de la ciudad que sonriente recibe montones de billetes de mi mano y me dice -distruta la fiesta-. La mente comienza a ponerse mas clara ahora, yo no compre marihuana, alguna de las chicas la habrá traido consigo, por lo menos no es coca como gustaba consumir mi mujer, pensé.

Fui a festejar mi libertad poniéndome esplendido, libertino y estupido en un nightclub donde conocimos a todas las chicas que estan en la casa. ¿Son de pago o habrán venido gratis? no se, de eso prefiero no enterarme a menos que encuentre como poder pagarles.

Me dispongo a revisar la calle y ver si por lo menos el carro esta ahí. Abro la puerta y volteo a ambos lados de la calle, en la acera de enfrente esta el auto de mi mujer y parece intacto, junto a él esta el carro de mi amigo y frente a la puerta de la casa hay un auto que no conozco. Una mano se posa en mi hombro y mi mejor amigo me dice -lo logramos, ¿cuando me das mi parte?-. El recuerdo de haberlo encontrado en la cama teniendo sexo con mi esposa me vino a la cabeza junto con las palabras del juez al dictar la sentencia de adúltera en el juicio de divorcio que había concluido ayer. -¿Las chicas son de agencia?- le pregunte, -no, son chicas buena onda, pero en serio, ¿cuando me das mi parte?- Y solo le respondí: -Menos mal, porque aún no tengo dinero y tu parte estará lista en cuanto tenga depositado el 50% de los bienes de tu millonaria amante-.

4 comentarios:

Mara Jiménez dijo...

Dios mío Lic! Y luego dicen que sólo las mentes femeninas pueden urdir tales suspiscacias... pero eso es un cliché, ¿verdad? Y es que a la hora de poner por delante la marmaja, la ética y la moral salen corriendo por cualquier puerta, seguramente escapan a un hotel barato, a meterse unas cuantas rayas y vivir su sórdido amor lésbico... jajajaja! ¡Qué rápido entré en tono!
Un abrazo.

Paloma Zubieta López dijo...

Ándele, Lic... mire nomás que cosas tan truculentas se le ocurren. Yo pensaba que era un sueño y aunque sí lo es, es de otro tipo, del tercer-cuarto-quinto tipo casi diría yo. Espero que sea ficción y no ande metido en estos bajos mundos (chascarrillo inevitable) y recuerde que la realidad siempre supera a la ficción. ¡Horror! Besos de acá, con el merecido respeto.

LicCARPILAGO dijo...

Mara: esas dos pobres andan tan vapuleadas en estos tiempos que ya casi nadie se acuerda de ellas, lamentable si, casi inevitable... ese casi es lo que me hace tener una pequeñisima esperanza de que en algún momento retomen el lugar que les corresponde.

LicCARPILAGO dijo...

Paloma: que horror pero ciertamente mucha ficción esta cimentada en la realidad y eso me provoca mucho mas horror.

me gusta imaginar esas realidades, mejor disfruto cabalmente de la ficcion.