A lo largo de mi historia laboral he asistido a infinidad de cursos de capacitación en las que he aprendido cosas realmente nuevas e incluso vanguardistas, hasta el conocimiento de cosas que aún hoy me han resultado verdaderamente inútiles en la vida laboral e incluso en la personal.
Ahora me encuentro en la capital neolonesa en una capacitación que más me ha recordado un internado en los "Institutos Magdalena" y quizá rozando la administración de la absurda "Solución Final" de partido Nacional Socialista de poco antes de la primera mitad del siglo pasado.
Me refiero a un intento de enseñanza que esta resultando humanamente brutal con 11 horas al día y una escasa hora de comida en el restaurante de la misma empresa donde, elegantemente hacinados, comemos los muchos que coincidimos ahí durante esa hora. Inicialmente pasando con una charola sobre un mostrador estilo universitario con diferentes guisos con nombres pomposos y precios altos para su realidad.
Así las cosas pueden ser justificables cuando se han incluído también un viaje aéreo en primera clase, habitación ejecutiva y viáticos diversos que me dan la posibilidad de ciertos lujos facturables. Estoy como un libro en blanco tratando de escribir en él la mayor cantidad de información posible agregando el plus a los manuales que me fueron entregados por kilos...
...PERO...
... es INTOLERABLE y hasta OFENSIVO que una empresa poderosa, que se ufana de ser la principal competencia nacional del tercer hombre más rico del planeta, ponga al frente de sus sala de capacitación a una persona titulada -en algo- con gran fondo demuestra su inmensa capacidad de cátedra específica pero que en formas incluye, una y otra vez sin cesar, en su vocabulario frases y palabras de ínfima educación y cultura tales como las aquí les comparto:
aiga
ójala
dijieron
nadien
vistes
más sin en cambio
ahora si que
váyamos
escribido
Y con ellas va echando al vacio irremediablemente su enorme conocimiento de los proyectos de la empresa provocando a todos los que la escuchamos un sentimiento de pobreza moral y remordimiento al callar, en un afán de respeto y tolerancia, sobre la incoherencia que estamos teniendo frente a nosotros.
El colmo llega cuando la temática se torna hacia el área de la ortografía y todo el ciclo de la comunicación de la que me creo solo un poquito más conocerdor... tan solo un poquito más. Miren que querer enseñarle a cocinar chiles a Herdez.
Así es como ésto no solo se ha convertido en una tortura física el aguantar las inhumanas jornadas sino en un verdadero tormento psicológico personal y -sobre todas las cosas- una guerra con mi YO profesional.
Espero que -por una vez- mi tolerancia se más poderosa que mi ética profesional.
1 comentarios:
Más sin embargo, espero que aigas aprendido algo, ójala.
Saludos.
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