El Monstruo

El día de hoy asistí a un velorio, que respetuosamente presencié en silencio pero con una enorme sonrisa en el rostro.

Hoy le dí "cristiana sepultura" a quien yo bauticé como "el monstruo". Seguramente alguien por ahí en el mundo podría reconocerlo y seguramente también recordará infinidad de cosas cuando vea las fotos del mío, pero casi podría asegurar que todos los que lean esto recordarán a su propio monstruo.

Esa vieja computadora enorme y metálica que alguna vez fue nueva y se encontraba en la habitación de mi mejor amigo que se fue a Alemania a continuar sus estudios pero que poco tiempo antes de irse me vendió. Yo lo coloqué en mi habitación donde duró muchos años hasta que me casé y me mudé en el 2000 y con cariño también lo mudé a mi nueva casa y de nuevo coloqué en mi habitación matrimonial con los regañadientes de mi esposa quien dijo en aquél momento que el monstruo desentonaba con la decoración de la habitación.

El implacable paso del tiempo la volvió primero adulta con deficiencias no físicas pero si de obsolescencia y después una anciana pesada que empezó a tener múltiples achaques que ya costaban mucho tiempo, dinero y esfuerzo curar, por lo que decidí jubilarla y cambiarla por una más joven y dinámica laptop que ha funcionado hasta hoy de las mil maravillas pero que ahora también esta comenzando a ser adulta.

Hace un año y medio me cambie de casa y el monstruo se vino conmigo -con los nuevos regaños de mi esposa- pero el sentimentalismo me ganó y no me deshice de ella, solo la coloque en mi rincón privado, atrás de la puerta de la rosada recámara de mi hija, donde -debido a su gran tamaño- empezó a funcionar como repisa; le coloqué encima mis equipos de pesca con el afán de traspasarles -en una suerte de inexistente ósmosis- la buena suerte desde "el monstruo".

Pero ya saben que los hijos cambian la vida y mi hija de 5 años decidió que ya era hora de comprarle un ropero nuevo y que "el monstruo" le estorbaba para colocarlo correctamente en su habitación, sin darse cuenta que con sus palabras inocentes selló el destino final del monstruo.

Ayer domingo me despedí del monstruo mientras lo desarmaba hasta el último tornillo y hoy por la mañana llego el comprador de fierro viejo y -como sepulturero- lo cargó y llevó a donde seguramente se encontrará con las cibernéticas ánimas de otros muchos monstruos que como el mío ahora solo son gratos recuerdos.

Conozcan ustedes a mi desaparecido monstruo. Y solo para que se den una idea de su tamaño, les comento que el ancho de la cinta de princesas de la pared es de 20cms.

DESCANSE EN PAZ EL MONSTRUO