lunes, octubre 11, 2010

Estelar

Cuando coloqué por primera vez mi ojo derecho en el teleobjetivo del telescopio que mi padre me regaló cuanto cumplí 8 años, tuve la misma sensación; no puedo describirla, pero la sonrisa de mi papá en la oscuridad de la noche iluminó su rostro y con ello marcó una parte muy importante en mis recuerdos.

Caminábamos juntos en largos paseos nocturnos, siempre tomados de la mano. Lo hacía firme pero gentilmente y yo podía sentir sus dedos acariciando mi pequeña mano en una forma condescendiente mientras respondía mis innumerables preguntas referente a los objetos celestes que observábamos por el telescopio, pero esa caricia siempre se acentuaba cuando, casi invariablemente, concluíamos hablando de la posibilidad de vida en los confines del cosmos.

Recuerdo su siempre cálida respuesta que mencionaba la imaginación, la calidez del corazón, la responsabilidad, la honestidad y muchos otros valores similares, cosa que me daba pie a seguir preguntando mientras le observaba desde mi corta estatura caminando tomados de la mano de regreso a casa.

Si él estuviera aquí ahora después de 30 años, no lo creería, su palabras resuenan en mi cabeza y recordar aquellas preguntas inocentes que le hacía solo provocan que escuche una voz que no se de donde viene y que solo me dice “ten paciencia y no tengas miedo”. Le respondo que no tengo miedo. Pero miento, no es normal que un pequeñín gris de tres dedos y cabeza enorme con mas de 160 años de edad me lleve caminando por la mitad de la carretera y a media noche rumbo a la luminosa entrada de lo que creo que es su nave espacial.

Tantas veces que subí a la azotea del edificio acompañado siempre de mis binoculares y una coca cola –para estar bien despierto- en una infructuosa búsqueda de ovnis en el firmamento citadino; ja ja ja, !que pérdida de tiempo¡, de haber sabido que la selección era solo por el escrutinio del alma hubiera ido mas seguido a la farmacia a jugar maquinitas de navecitas con la morralla de las tortillas.

11 comentarios:

Alexis López Abreu dijo...

Buen cuento. Sobre todo me gustó el final que detalla como siempre nos complicamos en los grandes detalles de las grandes cosas... Pero siempre son los pequeños detalles los que nos llevan más y más alto.

la MaLquEridA dijo...

A mi siempre me ha dado miedo el espacio. El no encontrarle fin me asusta, el silencio total, la nada.

Me da un vuelco el corazón, que bien que a ti te gusta y tienes buenos recuerdos de ello.


saludines.

el7palabras dijo...

Querido Liccccc:
Ayer que lo leí, minutos después de su publicación, me conmovió mucho porque es de esos posts que son autobiográficos pero no. O sea, sí, pero no.
Muy bueno, eso le da un aire vaporero que qué se yo.
Un abrazo Lic!

LicCARPILAGO dijo...

Lexihel, asi es!! ... detalles, detalles!! siempre son los detalles...sobre todo los pequeños detalles.

LicCARPILAGO dijo...

Malque. A mi puede hipnotizar el cielo, si pudieras asomarte alguna noche no a verlo, sino a observarlo, quedarias realmente enviciada con el.

y no son recuerdos los de este post.... es un cuento al vapor!!!

LicCARPILAGO dijo...

7palabras, autobiografico no. bueno si pero no.

Won-Tolla dijo...

Nostálgico, raro no.
Bueno, sí pero no.

LicCARPILAGO dijo...

Won-Tolla. Asi fue escrito, con nostalgia por el pasado y por el futuro tambien.

Diana dijo...

Buenísimo, LicCarpilago: el inicio es bien nostálgico y bonito, y también me fui por la lectura del texto como autobiográfico, así que la voltereta final del cuento es genial. Es todo el espíritu del #cuentoalvapor. Me encantó. Gracias :)

Ivanius dijo...

El observador atento sabe imponerse hasta al smog que impide ver las estrellas. Bienvenido al vaporismo, Lic. ¡Saludos!

la MaLquEridA dijo...

Chale, ¿un cuento?, pensé que era real. Creo que cada vez son más los cuentistas al vapor y yo cayendo y cayendo pensando que son realidad.


:(