Pearl Harbor es uno de los pasajes de la historia que más me apasionan y hoy lo he comprendido mejor que nunca. Hoy fui atacado, como los Estados Unidos, por la empresa donde trabajaba como aquella mañana de diciembre del '41 lo hicieron los japoneses, -en emboscada- hoy 30 de junio del 2008 fuí despedido de mi empleo y lo recordaré en mi existir como mi propio día de la infamia.
Me di cuenta en la practica lo que tenía bien sabido en teoria: El poder de la palabra escrita es imbatible; lo ya escrito es inquebrantable y solo violentando de las garantías individuales puede bloquearse, romperse y acallarse. Las cuestiones micro sociales, como mi caso particular, solo son reflejo de la soberbia de quien controla los medios de produccion y son espejo de las situaciones macro sociales como la reciente modificacion del art 41 de la constitución mexicana en lo que mediáticamente se ha denominado Ley Mordaza.
Las palabras del abogado de la empresa retumbaran en mi mente por siempre "...a veces no encontramos las palabras adecuadas para decirle a los empleados lo mal que nos caen...". Laboralmente no hay mancha y demostrado quedo en los casi tres años y medio de trabajo donde demostré, ademas de ser buen empleado, que fui propositivo para la empresa mostrandoles, mediante investigaciones profesionales, focos rojos en las problematicas de comunicación organizacional de las que como comunicólogo que soy me dí cuenta antes que ellos. Nunca recibi ni un gracias, sin embargo, la satisfaccion de modificar al menos desde el anonimato, aquellos rubros donde hice hincapíe queda en mi como si sí me hubieran dado las gracias.
Cuando se pierde la dignidad se pierde la razon del ser humano, porque la diferencia entre el orgullo y la soberbia esta en una linea que se rebasa sin darse cuenta y no es hasta que de alguna manera y de forma externa nos cae como cubetada de agua fría el error -y horror- en el que se incurre, como mi jefe inmediato, que perdió la identidad alienándose por su jefe y que se prostituyó por conservar su posición en el organigrama cayendo de la inicial imagen de lider a un simple office boy de "ve y dile" y "te informo lo que me dijo" sin poder resolutivo y sin el valor suficiente para enfrentar una situación obrero-patronal por sí mismo mostrando no solo una falta de valor humano sino reiterando una cobardía institucional como de la que fui presa con un acoso laboral de su parte que vaticiné con una denuncia por escrito ante el departamento de Recusos Humanos como consecuencia de los vejámenes que el jefe de mi jefe hizo en mi contra humillándome, insultándome, denigrándome, discriminándome y denostándome cuando en una reunión le hice ver los errores conceptuales en los que estaba cayendo.
Y así con todo ello, en mi despido, intentaron darme una lección de ética profesional y otra de moral humana.
¿Con que cara?
Pero he aprendido, con un golpe más, lo que ya decía yo en un post anterior: He aprendido a aceptar con dignidad mis derrotas y con humildad mis victorias. Y cuando pierdo es por que soy vencido en la batalla, pero nunca, nunca por rendirme antes de ella.
Y si alguno/s de los vejadores lee estas líneas recordarles que el Presidente de la República solicitó a todos los mexicanos fomentar una atmósfera de denuncia para poder engrasar y mejorar la maquinaria de impartición de justicia en nuestro país y también hacerles saber que en México la libertad de expresión esta consagrada en los artículos 6 y 7 de la Constitución.
PD: se reciben donaciones!!!