Alguien dijo que a esta vida venimos a morir porque es lo único realmente seguro que tenemos todos como individuos. Lenta pero invariablemente todos los días morimos un poco.
Cuantas y qué bellas mitologías hay alrededor del mundo con respecto "al más allá". Esa adorable creencia del alma, la vida después de la muerte y demás, no son más que cuentos de hadas para hacernos más llevadero el proceso de llegar al final de la vida, porque es realmente espantoso y practicamente inconcebible tratar de imaginar la oscuridad, el silencio, ninguna sensación, un estado de inconsciencia, todo junto y al mismo tiempo, es decir, el estar muerto.
Lo que viene después de la muerte ha sido imaginado por tantas religiones y creencias como ha habido y hay en el planeta; pero ese preciso momento inimaginable ha sido delegado a través de eónes por la imaginaria colectiva a un amorfo cualquiera como el famoso tunel oscuro con la luz al final o a un tercero en un afán de quitarnos, como humanidad, un peso de encima como lo es esa horrenda responsabilidad de la muerte, en una transición que actúa como el pegamento que mantiene unidos a la vida y "al más allá".
La Parca, Anubis y Caronte son esos terceros que más me gustan.
La Parca por ser tan popular, siempre con su negra túnica desgarrada por los vientos violentos de la vida y su inseparable guadaña para que, llegado el momento exacto, pueda cegar la existencia del muerto en turno.
Anubis por su presencia, tan diplomático como los mismísimos egipcios, impresionante su imágen de cabeza de chacal en elegantes y neutros colores oscuros. Dignísimo guía de turistas del "más allá".
Caronte definitivamente es mi favorito, cual gondolero veneciano, navegando a través de las oscuras aguas del río Estigia o el Aqueronte, con el único objetivo de llevarnos a la orilla del Hades y el más honesto de todos pues hasta hay que ofrecerle un óbolo por sus servicios de lo contrario habría que deambular por la orilla del río a ver cuando se le ocurría hacernos el favorcito de cruzarnos en su barca; quedarnos en el limbo por algún tiempo dirían otros.
Lo que si es verdad es que entre tanta creencia el verdadero miedo no es a la muerte, sino a la forma de terminar la vida. Alguien me dijo que preferiría morir estando sano, en casa quedándose dormido sin despertar más para de esta manera no sufrir mucho, lo cual a mi me parece una soberana estupidez pues si se esta sano no habría muchas razones para morir y realmente no quisiera morir estando sano y eso de pasarsela dormido en el que creo es el segundo acontecimiento individual más importante después de haber nacido y perderse "el show" pues definitivamente en mi opinión sería un acto de cobardía ante la vida.
Si me llegara la hora, entonces preferiría morir con pleno estado de conciencia para poder razonar individualmente los acontentecimientos como vayan sucediéndose; ya después quien me toque en turno, la Parca, Anubis o Caronte pues será un placer conocerle, por lo que les pido que metan una moneda a mi ataud o urna de cenizas para el óbolo por si llegará a tocarme Caronte.
1 comentarios:
Pero ¿y si quieres que te incineren, como van a echar la moneda a tu ataúd? a menos que la echen en la cajita de cenizas jeje.
Creo que me gustaría fuera mi guía Anubis pero me daría miedo su cabeza, ya viéndolo bien mejor Caronte, igual me daría miedo pero no tanto.
¿Y qué hay del perro que cuidas en esta vida para que a la hora de morir te cruce el río? no sé pero por si las moscas ya cuidé a tres perros a ver si alguno se acuerda de lo bien que lo traté y me cruza sin problema.
Saludos Licenciado.
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