Hace casi un mes que pasé unas vacaciones con mi familia en Acapulco.
Acapulco es una ciudad turística ubicada en una hermosa bahía en el estado mexicano de Guerrero a las orillas del Océano Pacífico. Acapulco no necesita mayor carta de presentación pues ha sido por ya varias décadas en puerto turístico mas conocido y famoso del mundo a pesar de ser parte de un actualmente lamentable país tercermundista con aires de grandeza que prefiere gastar carretadas de dinero en estupideces como el recientemente estrenado monumento capitalino llamado "La Estela de Luz" mejor conocida como "la estafa de luz" que costó la friolera de más de mil millones de pesos (algo así como 69 millones de dolares) en lugar de gastar en la infraestructura y logísticas necesarias para sostener lo que predica a lo largo y ancho del orbe en cada oportunidad que se le presenta a sus gobernantes como el reciente foro económico mundial en Davos, Suiza.
Así cosas, Acapulco recibe a sus visitantes con una deplorable y lastimosa flotilla de taxisprehistóricos viejos como los son los añejos Volskwagen sedán que dejaron de producirse a nivel global en el 2000 y en México el último de ellos fue fabricado en el 2003 (seguramente gracias a los taxis de Acapulco) y que resultan muy incómodos además de tener que aguantar el terrible kitsh de sus conductores que más parecen verdugos psicológicos al torturar a sus víctimas pasajeros con asientos, música, olores y humores que matarían de nuevo a cualquier zombie que se atreviera a subirse a los mencionados taxis.
El espectáculo mundial por excelencia que ofrece Acapulco a sus visitantes son los famosos clavados en La Quebrada. Para cualquier turista "fuereño", visitante de otras latitudes, debe hacerse en los mencionados taxis pues La Quebrada se ubica en un lugar poco accesible del puerto pues hay que caminar la cuesta de un cerro urbanizado que resulta exageradamente pesado para la mayoría. Llegado a la entrada de La Quebrada uno debe lidiar con los vendedores ambulantes que lo mismo ofrecen gelatinas elaboradas con dudosa higiene hasta barcos armados con cáscaras de coco o joyería de "plata genuina" y fritangas cocinadas in situ con sus vomitivos olores.
Mi hija Audrey posando en la lamentable entrada a La Quebrada donde puede verse a la derecha la taquilla.
Acapulco es una ciudad turística ubicada en una hermosa bahía en el estado mexicano de Guerrero a las orillas del Océano Pacífico. Acapulco no necesita mayor carta de presentación pues ha sido por ya varias décadas en puerto turístico mas conocido y famoso del mundo a pesar de ser parte de un actualmente lamentable país tercermundista con aires de grandeza que prefiere gastar carretadas de dinero en estupideces como el recientemente estrenado monumento capitalino llamado "La Estela de Luz" mejor conocida como "la estafa de luz" que costó la friolera de más de mil millones de pesos (algo así como 69 millones de dolares) en lugar de gastar en la infraestructura y logísticas necesarias para sostener lo que predica a lo largo y ancho del orbe en cada oportunidad que se le presenta a sus gobernantes como el reciente foro económico mundial en Davos, Suiza.
Así cosas, Acapulco recibe a sus visitantes con una deplorable y lastimosa flotilla de taxis
El espectáculo mundial por excelencia que ofrece Acapulco a sus visitantes son los famosos clavados en La Quebrada. Para cualquier turista "fuereño", visitante de otras latitudes, debe hacerse en los mencionados taxis pues La Quebrada se ubica en un lugar poco accesible del puerto pues hay que caminar la cuesta de un cerro urbanizado que resulta exageradamente pesado para la mayoría. Llegado a la entrada de La Quebrada uno debe lidiar con los vendedores ambulantes que lo mismo ofrecen gelatinas elaboradas con dudosa higiene hasta barcos armados con cáscaras de coco o joyería de "plata genuina" y fritangas cocinadas in situ con sus vomitivos olores.
La taquilla es -literalmente- un metro cúbico de metal hueco donde un malhumorado despachador pelea con cada cliente nacional cuando no paga con moneda fraccionaria pero sonríe cuando no regresa "el cambio" de los dólares de los visitantes extranjeros; mientras que la brillante marquesina más parece de marisquería de barrio que de un sitio turístico internacional.
Mi hija Audrey posando en la lamentable entrada a La Quebrada donde puede verse a la derecha la taquilla.
Así comienza un martirio de escaleras de bajada y después de subida para el inicio del que se supone es el más famoso show del puerto más famoso del mundo. Llegando a la pequeñísima explanada inferior -con suerte de ser tempranero- uno puede quedar situado en la orilla de la barda-escénica en la que se podrán contemplar las suertes de clavadistas extremos que resultan ser el atractivo principal del lugar. Pero si uno llega con apenas unos minutos de anticipación al show, la contemplación de la caída libre de los cavadista es nula a lo largo de toda la escalinata de piedra lo que hace que sea un desperdicio de dinero para más de la mitad de los asistentes de cada show.
La escalinata y el muro/display del acantiladoEl show no dura mas de 15 minutos pues apenas son 10 clavadistas que muestran su habilidad para trepar el acantilado y -eso sí- su valor para lanzarse al vacío en clavados cuya caída es de más de 20 metros de altura. Y ya, eso es todo.
Para poder tener algún tipo de refrigerio antes, durante o después del show, existe en un remedo de tienda que consiste solo en una mesita con productos al 400% más de su costo fuera de las instalaciones turísticas, cosa normal en cualquier parte turística del mundo exeptuando que en La Quebrada son productos baratijas como dulces, botellitas de agua y las mismas gelatinas elaboradas con dudosa higiene que en las afueras del sitio.La "tiendita"
Salimos del lugar con la sensación de haber sido internacionalmente y cínicamente timados, con un amarguísimo sabor de boca y con muchísimas ideas -privadas- sobre las posibilidades de mejora en cada uno de los pasos andados en este deplorable "espectáculo internacional".
Así pués es como un país tercermundista como este hermoso México recibe y trata a sus turístas, lo mismo locales que extranjeros, en el otrora paradisiaco y mundialmente famoso Puerto de Acapulco en donde solo resta disfrutar de lo que naturalmente se ofrece como es el sol, la arena y el mar, pero nada más alla que eso a pesar de los esfuerzos que hacen los hoteles de 4 y 5 estrellas, así como los de gran turismo, ofreciendo paquetes All Inclusive en los que casi se secuestra a sus usuarios a sabiendas de lo que les espera allende sus muros.
:(
Lamentable y vergonzoso.
3 comentarios:
De los últimos lugares que visitaría sería Acapulco. Fui el año pasado y juré no volver. Has de cuenta que el recorrido lo hice contigo, ¡qué horror de viaje! así como el tuyo. Mejor no volver.
Saludos Licenciado.
Ha uevo.
Saludos, Mi Lic. me gustó mucho el detalle que tuvo acordándose del estiracosauro.
Y ya ni que decir de acapulgas, ni modo, la cosa está en otros destinos. ni modos.
Estoy de acuerdo con tu relato respecto algunas cosas y no a otras. Los hoteles en acapulco me parecieron excelente pero si hay ciertas carreteras o transporte público muy deteriorado
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