martes, junio 24, 2008

2000 y 8

(este post lo habia hecho desde el dia 24 y se quedo guardado por error)

2000


El año 2000 significó muchísimas cosas para mí, ademas de que me pasaron otras tantas que marcaron mi vida para siempre.

No solo fue aquella incertidumbre milenaria del fin del mundo durante la vispera anual; a mí si me preocupaban las profecias del milenarismo que decían que al final del segundo milenio el mundo se acabaría y solo algunos cuantos escogidos sobrevivirían a las catástrofes que se vaticinaban para aquel año que resultaba fatalista.


Aquello en suma con lo que sucedió también con las comptadoras, el error del año 2000, el famoso Y2K en el que los expertos decían que todo lo relacionado al mundo de la computación colapsaría porque al no existir fecha 2000 en los dos dígitos del año, las computadores del planeta irían al 00, es decir a 1900, y con ello el colapso de la información mundial parecía sostener parte de los acontecimientos cataclísmicos que se habian profetizado.


Mi madre, mi hermano y yo decidimos ir a recibir el año 2000 al zocalo, donde se habia planeado una gran verbena. Los fuegos pirotécnicos iluminaban el cielo de la ciudad volando desde practicamente todos los rincones cuyo corazón era el mismísimo Zócalo. Absortos observabamos la fabulosa cantidad de pirotécnia que generaba una zulfurosa y a veces asfixiante neblina en la plancha cívica donde estabamos tanta gente como en otro tipo de celebraciones nacionales.

En eso estabamos cuando, de pronto, una mini esquirla incandescente producto del desecho de la inmensa cantidad de cohetes, cayo en mi ojo derecho provocándome un intenso y desesperante dolor que casi me tumbo al suelo y en una suerte de imaginación surrealista que entre dolor, flashazos, neblina, movimiento y caras que me observaban pensé que el verdadero día del juicio final había llegado y esperé lo peor para mi y para todos que me rodeaban. Rápidamente mi madre y mi hermano me llevaron a una de las carpas de la Cruz Roja que estaban colocadas ad hoc en una de las esquinas del lugar, junto a la catedral y palacio nacional.

Ahí metido en la carpa, tendido en un camastros, siendo atendido por los paramédicos de la Cruz Roja en turno y haciendo a un lado los desastrozos pensamientos, pasé los primeros minutos del nuevo milenio. Pensé que me deparaban muchas calamidades en el resto de la vida pero preferí verlo como una señal de buena suerte y que si no se acababa el mundo en las próximas horas entonces el destino me tendria recompensas a partir de esa fecha... y no me equivoqué.

En la mañana del 5 de febrero, vistiendo traje negro y corbata de un color que se ha perdido ya en mi memoria, encendí el auto en una inmensa y abrumadora soledad, comencé a avanzar casi sintiendo cada metro, cada centimetro que iba dejando atrás añorando, en una especie de película de mi vida, momentos tan intensos que se estaban quedando atrás y que a partir de ese día no buscaría más.

A la mitad del camino y como una prueba del destino retando los pensamientos que momentos antes había tenido, me detuve en un crucero en espera de que la luz del semáforo se pusiera en verde, desparramé la mirada en la gente que caminaba cruzando la calle y mis ojos se clavaron en unas piernas torneadas y realmente bellas que con pasos lentos avanzaban casi hacia mí. Subí lentamente la mirada para observar detalladamente una minifalda de color beige (ese color nunca lo olvidaré) que se ceñía sobre unas caderas redondeadas rematadas por una cintura breve dibujada sobre una bonita blusa blanca que a su vez escondía discretamente más curvas verdaderamente peligrosas. Después de una pausa ahí seguí elevando mis ojos hasta que se encontraron con aquellos que también me observaban y que al cruzarse con los míos solo se cerraron en un gesto de ligera vergüenza mientras al mismo tiempo una sonrisa aparecía en labios de aquella mujer de cabello quebrado.

La luz se puso en verde y ella estaba ahi parada a solo dos metros de mí; no solté el freno, extendí la mano y le cedí el paso, quería seguir viéndola; ella a mitad de la calle se detuvo e hizo la misma señal, me cedía el paso. Sonreí e insistí. Una nueva sonrísa, un pausa ligera frente al coche y una señal a mitad del camino me daban la indicación de aceptación que de inmediato entendí. No había duda, debía seguir mi instinto y orillar el auto.

No había carros detrás mío, en ese instante no tenía prisa, solo dejé que ella siguiera avanzando para seguir sufriendo con esa prueba de verdadero fuego que el destino me habia enviado, pero lo estaba disfrutando. Y ella también.
La luz del semáforo volvió a rojo y yo seguía en un combate de miradas y sonrísas sugestivas cuando ella decidió tomar la delantera y sin sonido, al menos yo dentro del coche no la oí, dijo "hola" como señal inequívoca de lo que podría tomarse como un inicio. La vi, nervioso solté el freno, le dije "adiós", me pase la luz roja y continué mi camino.

Debía llegar temprano al registro civil a recoger al Juez que me casaría "por el civil" ese mismo día el un salón de un bonito hotel de la Cd. de México. Al recogerlo, me saludó y me dijo: "¿esta usted listo?" a lo que respondí: !Más listo que nunca!

Había aprobado exitosamente la prueba de fuego que el travieso destino había puesto, literalmente, frente a mi.

Pero ¿por que les cuento esto?


8

Porque hoy 24 de Junio cumplo 8 años de haberme casado "por la iglesia", a tan solo unos meses depués de esa anecdota que acabo de contarles y aunque soy agnostico, el evento religioso es un gran acontecimiento de vida.

En mi opinión, las bodas religiosas son la común aceptación de lo que se muestra en la fiesta, me refiero a la manifestación cotidiana de las características sociales que quedan exacerbadas en las particularidades específicas de ese "gran evento" que esta estereotipadamente repleto de clichés y prejuicios y que a pesar de todo resulta bonito y divertido estando de cualquier lado de la moneda, como protagonista o como invitado.

El matrimonio, civil y religioso, que por cierto me parece como si apenas hubieran pasado algunas semanas, me han resultado unas experiencias sumamente enriquecedoras; me ha hecho crecer en todos los aspectos de mi existir. Me ha dado motivos para querer seguir existiendo en esta batalla sin fin que es la vida.

y todo, absolutamente todo se lo debo a ella.

y por ello estaré agradecido contigo cada segundo que me reste en esta vida y, sin dudarlo, tambien en las vidas que vengan después de esta.

TE AMO ESPOSA
.

2 comentarios:

Srta. Maquiavélica dijo...

ay lic su historia estuvo hermosa, y q bueno q no se dejo llevar por el diablo jeje
q cumplas mas años de feliz matrimonio
besos a los 2

Anónimo dijo...

hola, porfis entra a mi blogg

gracias

felicidades